Relatos con arte: A través del tiempo
En esta publicación tenemos un relato sobre el cuadro del pintor alemán, David Friedrich, de “El soñador, las ruinas de Oybin”.
“Los sentimientos puros y francos que albergamos en el corazón son las únicas fuentes veraces del arte” David Friedrich
Cuando vislumbré las ruinas del viejo monasterio, sonreí. Veinte años después. Quizá alguno más, quién sabe…ahí estaba. Mis zapatos negros hacían crujir bajo mis pies pequeñas ramas y hojas, que habían caído de los árboles con la llegada del otoño. No tardé demasiado en llegar a mi destino aunque tuve que hacer una parada para descansar y tomar aire. Subí las escaleras de piedra y crucé lo que quedaba del viejo edificio hasta llegar al amplio ventanal del muro, donde me senté.
Desde mi adolescencia tenía por costumbre pasar allí las últimas horas de la tarde: ver ponerse el sol y sentir sobre mí sus últimos rayos. A veces en primavera o verano, después de pasar el día con amigos; otras en otoño o invierno, después de las clases de violín en casa de mi tía. Solía ir cuando me sentía intranquilo, cuando quería reflexionar o sencillamente estar solo. A veces pintaba, o escribía, expresando lo que de otra forma no habría sido capaz. Recuerdo bien, cómo ese sitio era para mí un refugio, alejado del resto del mundo. Esa sensación era la que veinte años después me había hecho regresar.
¿Cómo explicar el crepúsculo y todo lo que transmitía? Me sentía pequeño al contemplarlo. El color del cielo, con una mezcla de tonos rosados, lilas, naranjas y amarillos. A lo lejos, la montaña se perdía en la niebla que comenzaba a extenderse. El único sonido que se escuchaba, si se prestaba atención, era el del viento atravesando las ruinas del antiguo convento.
En las visitas que hacía de joven muchas veces solía preguntarme qué me depararía el futuro. Soñaba con viajar por todo el mundo, conocer nuevos lugares fuera de Alemania, de donde nunca había salido. Me gustaba imaginarme cómo sería ir a África o a Australia. ¿Tendría los recursos suficientes como para hacerlo? ¿Y si fuera a la India? Fantaseaba con que daría conciertos hasta ser un anciano y sería un violinista importante.
Pensar en ello me hace sonreír, qué equivocado estaba. Es cierto que viajé a Austria, y seguí tocando el violín, incluso estuve enseñando a un muchacho durante ese tiempo. Sin embargo, todo el parecido con mis ideas acababa ahí. Fue al enterarme de que estaba enfermo y me quedaba poco tiempo de vida cuando decidí regresar a Oybin. Los restos del monasterio que quedan me recuerdan a mí, de alguna manera. Cuando era niño, aún se conservaba en buenas condiciones aunque no se usara; pero, con el paso del tiempo, del agua y del viento, algunos arcos se habían roto y había crecido hierba entre algunos bloques de piedra. Era como si, de alguna forma, hubiera envejecido conmigo.
No sabía lo que me esperaba, ni cuánto tiempo me quedaba. Pero sí tenía claro que vendría aquí cada día hasta que llegase el momento. Pasaría los últimos días de mi vida en mi pueblo de origen, en el que tantas cosas había vivido, y vería ese atardecer todos los días.
Para más información:
David Friedrich, sobre el autor.
"El soñador", sobre el cuadro y su significado.
Monasterio de Oybin, sobre el lugar.