LA FAMILIA DEL PEQUEÑO REY

EL SACRIFICIO FAMILIAR

“Todavía estoy aprendiendo”

Durante mucho tiempo la familia del pequeño aristócrata quería un retrato de todos juntos. Pasaron años y años para que esto sucediera pero al final ocurrió, aunque bastante tarde, ya que una de sus pequeñas hijas tuvo que sacrificar su cuerpo para salvar al del resto de su familia. De ahí la cara borrosa del cuadro, donde querían que estuviera presente, aunque no podían verla día tras día en la sala de los cuadros, porque los familiares lo pasaron realmente mal tras la decisión de la pequeña Ana.

La familia tenía muchas deudas, por lo que en muchas casas de préstamos estaban tras ellos, pues aunque parecían una familia pudiente, sólo tenían deudas y más deudas. Una de estas casas de préstamos quería casar a una de sus hijas con ellos por el título nobiliario tan alto que tendrían, por lo que la familia casó a uno de sus hijos mayores con su hija, para así salvar al resto. Todas las casas querían algo de ellos, ya fuera matrimonio, joyas, o fincas y casas…, y (cómo no) estas personas se lo dieron, aunque sin nunca oscurecer su nombre y su apellido.

Ya no les quedaban más hijos a los que casar, sólo su pequeña hija Ana, la cual vino al mundo ya con todo este problema familiar, y que fue la que más tuvo que pagar por él. Aún quedaba una casa a la que devolver el dinero, pero estos sólo tenían hijas también y no podían casarlas. Así pues, los prestamistas decidieron hacer un pacto con la familia; este era que si sacrificaban a su única hija, los dejarían vivir en paz. Los padres claramente dijeron que no, que eso no iba a suceder, pero en una de estas conversaciones con el prestamista la pequeña Ana los escuchó, y se puso a pensar durante una serie de tiempo esa propuesta. Ella no era feliz, y sus padres -por su culpa y la de ser mujer- tampoco. Estuvieron intentando casarla con otras grandes familias para que estos les dieran el dinero que necesitaban para salvar a la suya, pero nadie quería casarse con Ana, cosa que la dolía mucho y ya no sabía qué hacer, porque a sus padres les estaban dando ultimátum de unos meses y aún seguían sin saber qué hacer una noche.

Sin decir nada a sus padres, se levantó de la cama y se dirigió a la puerta de la casa con una escopeta de caza que había robado a su padre y llamó a la puerta. Cuándo la vieron los prestamistas, se quedaron bastante sorprendidos, ya que no se lo esperaban. Ana les dijo:

- Aquí me tenéis, matadme.  No tengáis compasión hacía mí, yo lo único que quiero es que mis padres estén bien, y eso no podrá ocurrir si yo sigo con vida. Tomad esta escopeta y matadme aquí mismo. Todo el mundo pensará que me suicidé y no tendréis problemas.

Los prestamistas, sin ninguna compasión, se fueron al bosque con ella y la mataron.

Los padres estuvieron días y días buscándola, hasta que un día de caza la encontraron muerta con una nota en su mano diciendo: “Lo hice por vosotros”. Esto fue muy duro para los padres. No sabían qué hacer ni cómo reaccionar, por lo que los pobres padres lo único que pudieron hacer fue realizar el cuadro para recordar por todo lo que habían pasado para poder recuperar su prestigio.