Revista de Arte

Viaje al pasado musulmán de Extremadura

Ruta de la huella islámica

Descubre la belleza de los distintos paisajes de nuestra comunidad desde las mismas torres albarranas que los musulmanes alzaron para defender Al-Ándalus

Tras la caída del reino visigodo en Guadalete (711) los musulmanes invaden la Península e inician la formación de Al-Ándalus. Mientras el general Tariq se dirige a Toledo, Muza asedia Mérida durante meses, hasta conquistarla en el año 713. Todas las invasiones dejan una huella triste de muerte y desolación, pero en nuestro viaje te queremos mostrar la riqueza arquitectónica que dejaron los musulmanes en Extremadura para proteger las fronteras de su nuevo imperio.

Nuestro viaje comienza al sur de Badajoz, en el municipio de Montemolín, donde visitaremos su castillo almohade, construido entre los siglos XIII y XIV para proteger el paso hacia la capital de su imperio, Sevilla. Su puerta en recodo está considerada la más antigua de la arquitectura islámica en Extremadura. Tras la Reconquista, la fortaleza fue remodelada por la Orden de Santiago en 1248, cuando se alzó su Torre del Homenaje.

A 40 kilómetros encontramos el municipio de Reina. Subiremos a pie un cómodo camino que os llevará al Cerro del Castillo, donde veremos los restos de su alcazaba con 15 torres rectangulares, dos aljibes y la Ermita de la Virgen de las Nieves, de origen visigodo. La panorámica de la campiña sur de Extremadura y las montañas de Sierra Morena es extraordinaria.

Continuamos nuestra ruta por la N-432 hacia Zafra. Las calles principales de la ciudad conservan los nombres de los oficios que allí se ofertaban (Cerrajeros, Pasteleros, Tinajeros etc.) y te dirigirán a la Plaza Grande y la Plaza Chica. Recórrelas sin prisa y descubre por ti mismo por qué se denomina a Zafra “ciudad de las tres culturas”. Visita la Casa del Ajimez, belleza mudéjar. Observa su puerta de entrada cuyo dintel (decorado con un alfiz trenzado donde alternan azulejos lisos geométricos con ladrillos aplantillados) se corona con una ventana geminada o ajimez de azulejos y ladrillos según las tradicionales técnicas andalusíes.

Más ejemplos encontraremos en Hornachos: su iglesia de la Purísima Concepción (de planta basilical, arcos interiores de ladrillo y cubierta de crucería), las ruinas de su antigua fortaleza (levantada por los musulmanes en el siglo IX para marcar las fronteras entre los reinos de Badajoz y Toledo), y el antiguo pósito (hoy Centro de Interpretación de la Cultura Morisca) con dos naves cubiertas con bóvedas de cañón de ladrillo.

Rumbo a la capital, Mérida, encontraremos la alcazaba islámica más antigua de la Península. Construida por Adberramán II para residencia del gobernador y defensa y filtro del exterior a través de su puente romano .Constaba de 20 torres adosadas a las que, tras la Reconquista, la Orden de Santiago añadió varias albarranas. No olvidéis visitar el Aljibe, cuya agua se filtra directamente del río Guadiana a través de un dique romano. Por la A5 nos dirigiremos a Badajoz fundada en el año 875 por Ibn-Marwan, y bajo dominio musulmán hasta su conquista por Alfonso IX de León en 1230.Durante el periodo musulmán se construyó y amplió su magnífica alcazaba, la más grande y mejor conservada del mundo. Podrás atravesar sus puertas en recodo, ilustrarte en el Museo Arqueológico, darte un paseo por sus adarves y admirar sus impresionantes torres albarranas.

Continuamos por la A5 dirección Trujillo y su castillo, que se alza en el cerro conocido como Cabezo de Zorro. Consta de dos secciones: El patio de armas de planta cuadrangular y la albacara, trazada como un hexágono irregular. La construcción data del siglo IX. La base de la alcazaba, está construida con sillares de piedra labrada, tomados de las construcciones romanas previas, para después completar su altura con otros materiales como ladrillo y pizarra. Se conservan diecisiete torres cuadradas, dos de ellas protegiendo la puerta principal de entrada en arco de herradura. No olvides visitar sus dos aljibes.

Nuestra ruta finaliza en Cáceres, ciudad monumental y patrimonio de la Humanidad. Sobre asentamientos romanos y visigodos los almohades fundaron esta ciudad y levantaron su muralla en el siglo XII. Tenía una longitud de más de un kilómetro y una superficie aproximada de 8 hectáreas, dividida por muros para separar la alcazaba, el albacar y la medina. Se calcula que estaba jalonada por 20 torres albarranas, de las que se conservan dieciséis, todas ellas merecedoras de ser contempladas. Visita la Torre de Bujaco, la Torre Mochada de planta octogonal o la Torre de la Yerba. Descubre su aljibe bajo el Palacio de las Veletas, con cinco naves cubiertas con bóveda de cañón que descansan sobre arcos de herradura. Finaliza tu viaje perdiéndote en las calles y plazas de esta hermosa ciudad llena de bellezas arquitectónicas de otros estilos, como la Catedral de Santa María, de Románico tardío y que, por cierto, fue el primer templo cristiano levantado, sobre una construcción mudéjar, después de la Reconquista.